Neuralgia del trigémino: cuando el dolor bucal no es dolor dental

Si tuviera dolor de muelas, lo primero que pensaría probablemente sea: “Debo ir al dentista”. Pero, ¿qué pasa cuando el dolor de muelas es el peor dolor de su vida? Eso es lo que le pasó a Elizabeth Russo, quien se despertó un día en agonía.

“Tenía un dolor agudo, como ardiente, en la mandíbula inferior derecha”, dijo Elizabeth. “Duraba entre cinco segundos y un minuto, y no había ningún tipo de explicación en cuanto a cómo o cuándo aparecería”.

Sin remedios que funcionaran, Elizabeth acudió a su dentista en busca de alivio. El dolor intenso relacionado con los dientes, las encías o la mandíbula es a menudo un signo de problemas dentales. Un absceso, una infección en la raíz del diente, a menudo puede causar un dolor insoportable y requerir un conducto radicular para tratarlo adecuadamente. Un diente roto o un arreglo dental dañado pueden exponer los nervios del diente y causar dolor también. Incluso problemas como rechinar los dientes mientras duerme o apretar la mandíbula por el estrés pueden causar un dolor lo suficientemente fuerte como para necesitar una visita al dentista.

Después de examinarle la boca, el dentista determinó que sus dientes estaban bien. Dado que no había un origen dental evidente del dolor, el dentista le administró un bloqueador nervioso, una inyección para adormecer los nervios de la mandíbula. Sin embargo, el alivio duró muy poco, apenas media hora. Normalmente, los bloqueadores nerviosos duran entre una y siete horas.

“Incluso con el bloqueador nervioso, todavía podía sentir el dolor”, contó Elizabeth.

Lo que Elizabeth desconocía es que no tenía dolor de muelas en absoluto. Tenía neuralgia del trigémino, un trastorno neurológico que se diagnostica en aproximadamente 15,000 personas cada año en los Estados Unidos. El nombre de la enfermedad se deriva del nervio trigémino, que transmite las sensaciones desde el rostro directamente al cerebro. Cuando se irrita, el nervio puede producir una agonía debilitante.

“El dolor era insoportable”, comentó Elizabeth. “Básicamente me incapacitaba hasta que desaparecía, y nada me ayudaba”.

La neuralgia del trigémino puede estar causada por un vaso sanguíneo o un tumor que presiona el nervio trigémino, por daños en la capa de mielina que recubre y protege al nervio, por arterias y venas enredadas o por lesiones en el nervio en sí. Cuando el nervio se irrita, puede parecer que nada lo alivia.

“Los analgésicos, la morfina, la aspirina; nada ayuda, porque el dolor llega como “de repente”, dijo Elizabeth. “Las medidas preventivas simplemente no funcionan”.

Una de las cosas más aterradoras sobre la neuralgia del trigémino es que puede ser difícil de diagnosticar. No es raro que los pacientes en busca de alivio se hagan sacar varios dientes en un intento por solucionar el problema. Implacablemente, la neuralgia del trigémino también se ha ganado el mote de “trastorno del suicidio”, porque la gente puede sentirse impulsada a tomar medidas desesperadas cuando se enfrenta a la posibilidad de un dolor implacable y sin remedio.

A menudo, puede ser necesaria una cita con un neurólogo para diagnosticar adecuadamente la neuralgia del trigémino. 

A los pocos días de que el bloqueo nervioso no diera resultados, Elizabeth volvió al dentista. Afortunadamente, el dentista había investigado un poco y había empezado a sospechar cuál era la raíz de su enfermedad. Los síntomas de Elizabeth coincidían con la neuralgia del trigémino, sobre la cual había aprendido en una conferencia de odontología.

Elizabeth acudió a la Facultad de Odontología de la Universidad de California, San Francisco (University of California San Francisco, UCSF). Esta visita dio lugar a una derivación al Departamento de Neurología de la UCSF. Recién ahí Elizabeth empezó a encontrar algo de alivio.

Después de una resonancia magnética para confirmar su enfermedad, los especialistas del Departamento de Neurología de la UCSF pudieron recomendar un curso de tratamiento: carbamazepina. Este fármaco se desarrolló como medicamento anticonvulsivo, pero ahora se receta para prevenir los espasmos dolorosos causados por la neuralgia del trigémino. Se pueden utilizar otros fármacos anticonvulsivos, como la gabapentina, para tratar la neuralgia del trigémino, al igual que la cirugía.

Afortunadamente para Elizabeth, estas medidas extremas no fueron necesarias. Contó que su dolor realmente se redujo después de un par de años de tratamiento con carbamazepina.

Al reflexionar sobre su dura experiencia, Elizabeth agradece que pudo obtener un diagnóstico preciso y encontrar alivio.

“Creo que tuve suerte con el dentista al que asistí porque estaba muy bien informado”, dijo Elizabeth. “Si no lo hubiera estado, no sé si no me habría sugerido sacarme una muela”. Sé que yo habría aceptado casi cualquier cosa con tal de que el dolor desapareciera. Mi experiencia no fue tan horrorosa como la de algunas personas”.